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ENTRE LÍNEAS

Un mundo de contradicciones

Un mundo de contradicciones<p>

Fría soledad entre la multitud, cálida compañía en la intimidad; ideas muertas de mentes vivas, pensamientos inmortales de personas fallecidas; familias rotas por los vicios, hogares unidos buscando entre los últimos resquicios; opulentos delirios al encuentro de la felicidad,  rugientes estómagos luchando por cubrir la mera necesidad; palabras sinceras que lastiman, falsedades que ocultan las heridas; planetas sin luz iluminados en el firmamento, humildes estrellas inadvertidas en la oscuridad; espaldas castigadas con las manos vacías, carteras desbordadas sin ninguna carencia sufrida; ojos abiertos ausentes de la realidad exterior, ojos cerrados capaces de observar con nitidez el interior; intelectos sublimes apartados del poder, cabezas huecas manipulando el mundo según su parecer; cálidos corazones que emanan frescura, gélidas almas que recurren a la tortura; lechos puntuales que arden hasta el amanacer, camas matrimoniales congeladas hasta perecer; gritos imperceptibles por el oído, susurros que despiertan todos los sentidos; incontables contrastes en sentimientos y emociones, en un mundo lleno de contradicciones...

Acariciar el sol sin quemarse, soñar sin despertarse

Acariciar el sol sin quemarse, soñar sin despertarse<p>

Tras un largo trayecto sobrevolando las frías y extensas aguas que dividen nuestro mundo en dos, aterrizamos por fin en el destino ansiado durante tantos momentos de estrés laboral: Punta Cana. A pesar de las interminables horas de vuelo unidas al desfase horario y del agobiante calor acrecentado por la extrema humedad del ambiente, el cansancio desaparece de un plumazo con el primer contacto con la isla caribeña. Las agujas del reloj quedan totalmente paralizadas y el control temporal se torna baladí ausentándose de nuestras mentes minuciosamente programadas. Disfrutar es el único fin de los próximos días, dejando a un lado los agrios menesteres que enturbian nuestras vidas en la caótica ciudad e introduciéndonos en un paraíso de evasión absoluta cuyas principales facciones son playas de arena blanca bañadas por aguas azul turquesa, quizá carentes de la perfección reflejada en las fotografías que nos muestran las guías de viajes, pero deslumbrantes y embriagadoras, con matices que únicamente pueden captarse por la presencia de nuestros cinco sentidos sumidos en la más extrema desinhibición. El mágico ron macerado artesanalmente en las bodegas dominicanas fluye a cada instante por los cuerpos, cual glaciar en el deshielo, haciendo aún más idílico, si cabe, el panorama que nos rodea: esculturales sirenas de piel dorada se contonean al son de los leves y relajantes aleteos de las palmeras, instintos desbocados desencadenan coincidiencias inesperadas cuya intensidad escapa a la razón, la constante luminosidad oscurece dulcemente nuestra piel y aclara amablemente nuestro interior, explosiones de exorbitante amistad elevan el alma al cielo…Entonces, cierras los ojos...y acaricias el sol sin quemarte, sueñas sin despertarte...

La eterna niñez

La eterna niñez<p>

En determinadas ocasiones la nostalgia nos remonta tiempo atrás, transportándonos a aquella risueña e idílica época de la niñez, ese periodo vital que parece ya tan lejano y que con el paso del tiempo vamos guardando en el desván de nuestros recuerdos como si fuera un trasto obsoleto y anticuado.  Las inevitables desavenencias que conlleva  de forma inexorable el viaje hacia la madurez son las causantes de este apartamiento paulatino de la infancia. Sin pedir permiso, se introducen en nuestras vidas ineludibles responsabilidades, obligaciones insoslayables, apremiantes tomas de decisiones, necesidades y ambiciones económicas...aspectos que van oscureciendo esa colorida y luminosa aureola que envolvía nuestro universo infantil...donde los problemas no existían, donde el aburrimiento y la monotonía eran seres extraños y desconocidos, donde la amargura únicamente significaba que había que añadir más azúcar, donde jugar era nuestro arduo trabajo diario, donde hasta el más ínfimo matiz de nuestro alrededor nos producía un profundo e intenso sentimiento de admiración... ¿No sería increíble cerrar los ojos y volver a ese mundo de ensueño? Los pequeños impedimentos de la realidad hacen que este retorno no sea factible y, aunque lo fuera, tampoco querríamos obviar los gratas sorpresas que nos va deparando el paso del tiempo, a pesar de que haya que compartirlas con otras menos agradables. Sin embargo, sí tenemos a nuestro alcance la posibilidad de mantener siempre en nuestro interior un hueco donde reir a carcajadas y regalar sonrisas sin la necesidad de un motivo que las impulse, un momento para jugar exentos de horarios y reglas, un lugar para dejar rienda suelta a nuestra más pura e inocente espontaneidad, aquella que no atiende a condicionamientos como el pudor o la vergüenza... y seguir siendo un niño. Quizá muy distinto, pero el mismo niño.

Sin perder de vista el origen

Sin perder de vista el origen <p>

La abstracción absoluta que experimentamos al vivir en la ciudad nos induce en muchas ocasiones a olvidar o simplemente desconocer el origen de muchos de los productos que consumimos diariamente. Muchos de ellos proceden del campo, sí de ese humilde y fructífero espacio que a ojos de la urbe parece ocultarse y desaparecer. Y es que España, por mucho que haya evolucionado en los últimos años, sigue siendo un país eminentemente agrícola. Aunque es obvio que no voy a descubrir nada del otro mundo, sí me gustaría acercaros alguna de las prácticas rudimientarias que los agricultores de nuestro país siguen llevando a cabo a aquellos que nunca habéis tenido la oportunidad de vivirlas en directo. En concreto, me refiero a la recolecta de la aceituna, una labor ancestral que desde niño he practicado en un pequeño pueblo de Extremadura, donde pasé mi infancia.

 Aunque la recolecta de olivas, como todos los procesos, ha experimentado una mecanización a través de la introducción de nuevas tecnologías, en este caso la modernización es más lenta, por falta de recursos o tal vez porque muchas personas  lo hacen a nivel familiar para obtener algún beneficio extra y no lo plantean como un negocio, considerando además que lo tradicional es lo mejor para la conservación intacta del olivo. Y, en efecto, es así como año tras año mi familia lleva a cabo esta labor. El periodo de la recolecta se desarrolla en pleno invierno, entre noviembre y enero aproximadamente, cuando el fruto alcanza su plena madurez. Los utensilios utilizados son una "vara", un palo de unos dos metros, con el que se golpea al olivo para que caigan las aceitunas sobre los "ropones", unas redes que se colocan debajo como depósito donde se acumulan las aceitunas. No todas las aceitunas aguantan en las ramas hasta el momento de su recogida y caen al suelo antes de tiempo. Éstas, por supuesto, también se recogen...sin ningún misterio, con las manos. Además las caídas prematuramente son las que más y mejor aceite proporcionan después.

Aparentemente el trabajo es sencillo y poco costoso. Podría explicar la dureza que realmente tiene esta labor, pero creo que la respuesta que dió el ciclista Roberto Heras en una entrevista sobre cuál era la parte más dura de su deporte es bastante explícita: "El ciclismo es muy duro, sí, pero nada comparado con lo mal que lo pasaba cuando de niño iba a recoger aceitunas con mi padre". En efecto, se produce un cúmulo de circunstancias adversas: el frío caracterísitico de las fechas que se acentúa en campo abierto, la presencia de piedras en el suelo que dificultan el libre movimiento de las manos, los tirones de espalda al golpear ramas altas...Pero no todo es malo, el aire que se respira es un auténtico regalo para los pulmones, el débil sol invernal se siente más grande y luminoso, la comida al mediodía embriaga súbitamente al hambriento paladar y, sobre todo, te hace recapacitar y valorar que los alimentos y el dinero, no caen del cielo. Disfruta lo que tienes al máximo, pero sin perder de vista el origen.

Récord Guiness a la desigualdad

Récord Guiness a la desigualdad <p>

El pasado mes de octubre se llevó a cabo en los principales países del mundo la mayor movilización de la historia para protestar contra la pobreza, lográndose el Récord Guiness con un total de 23 millones y medio de personas en las calles. Sin duda, se trata de un acto digno de alabanza, una muestra de que cada vez estamos más concienciados del grave problema que sufre una enorme porción de nuestro planeta. No obstante, esta movilización no es sino un mero acto simbólico que carece de resultados empíricos y visibles. Mientras que en el que denominamos primer mundo celebramos brindando con champagne la consecución de este Récord Guiness, olvidamos que cada día se producen múltiples récords en esos lugares que miramos consternados pero distantes, el Guiness al mayor número de horas sin probar bocado, el Guiness a la mayor prolongación de la sed insatisfecha, el Guiness a las peores condiciones higiénicas, el Guiness a la tristeza y la desesperación, el Guiness a la muerte indigna...La intención es la base de las acciones, pero es volátil y efímera, y pierde su sentido si no se transforma en hechos. Actos como esta movilización ponen de manifiesto que intención existe; ahora sólo falta culminar la dificultosa tarea de hacerla efectiva, convirtiendo las pancartas en hogazas de pan, los gritos en chorros de agua potable, las protestas en medicamentos...en definitiva, transformando las buenas proposiciones en auténticas acciones.

Amsterdam: días bohemios, ardientes noches

Amsterdam: días bohemios, ardientes noches<p>

El armónico y silencioso pedaleo de infinitos ciclistas desplazándose imperceptibles por la ciudad constituye la banda sonora con la que arranca el amanecer de Amsterdam.  Casas de cuento, edificios sublimes de ingente belleza, majestuosos museos repletos de peculiares retratos del mundo fotografiados con pincel de dioses, canales de aguas mágicas y la sosegada calma del ambiente esbozan el paisaje central en el que se desarrolla la historia diaria de un paseo por la ciudad de los tulipanes, de los zuecos de madera y el delicioso queso. Sus protagonistas, en contraposición al típico tópico de persona nórdica fría y seria, dibujan grandes sonrisas al dirigirse a los turistas al explicarles la ubicación de un lugar concreto o contarles algún detalle importante sobre la ciudad, muestra de una entrañable amabilidad. El intenso olor a cómida rápida de lo más variopinto que se extiende al mediodía, característico de cualquier otra ciudad moderna, pronto deja paso a un embriagador aroma a finas hierbas al atardecer, mostrando el camino, en forma de bienestar y felicidad, a la ardiente noche. Con la marcha del sol, las calles van enrrojeciéndose cual pasión que aumenta en el amor, dando rienda suelta al deseo sexual, a la muestra libre y sin tapujos de la más pura sensualidad. En un sólo instante, como todo lo bueno, parece marchitarse esta viva flor con la vuelta a casa, la cual, sin embargo, está acompañada de un magnífico sabor de boca, el de haber degustado en una nube un suculento manjar: el inolvidable bocado al pan de la libertad.

Violencia, sinrazón humana

Violencia, sinrazón humana<p>

Día tras día, los titulares de los periódicos se nos presentan impresos con sangre por tinta, sangre procedente de inacabables conflictos bélicos, de perennes luchas, de atroces asesinatos... muestra de la violenta atmósfera que rodea nuestro mundo. No es necesario elevar nuestra vista hasta países lejanos para respirarla, su extensión es tan vasta que abarca todos los rincones. Probablemente, en tu misma ciudad, en tu mismo bloque esté haciendo estragos en este instante a través de una machista bofetada o de un grito autoritario. Me gustaría poder apoyar esa idílica a la par que utópica afirmación que en su época esbozó Rosseau: "el hombre es bueno por naturaleza". No obstante y, a pesar de que quisiera encontrar un término medio ya que siempre he sido reacio a los extremos, me decanto por la definición que hizo Hobbes: "el hombre es egoísta por naturaleza, el hombre es un lobo para el hombre". Evidentemente mi perspectiva se asemeja a la del filósofo inglés, pero con matizaciones y sin generalizar. Sí creo que, en efecto, el egoísmo de la raza humana es la raíz de esta sinrazón que constituye la violencia, la consideración del otro como enemigo, la necesidad de tener más que el vecino... Bajo falsas vitolas de luchadores por la conquista de la paz, se postulan países como Estados Unidos, que marcha lejos de sus fronteras para solucionar enfrentamientos ajenos (sin ningún tipo de objetivo económico), mientras en sus propios kioskos se venden pistolas cual piruletas... El futuro se plantea muy oscuro, con una negra puerta cerrada al final...sin embargo, se vislumbra una esperanzadora luz. Una luz proyectada por la cordura, por el diálogo y por el respeto a la vida. Pensemos. Pensemos y empecemos a comportarnos cómo lo que somos, personas con cabeza, y no como lo que parecemos, animales sin corazón.

La dificultad de conservar la amistad

La dificultad de conservar la amistad <p>

A lo largo de nuestra vida conocemos a infinidad de personas, en múltiples circunstancias, en variadas e insólitas ubicaciones. La gran mayoría pasan inadvertidas, muchas consiguen despertar nuestra atención pero no lo suficiente como para retenerla, otras la captan de un modo efímero y sólo algunas se convierten en lo que venimos a denominar amigos. Y de entre ellas, sólo una reducida minoría logra atrapar nuestra sincera amistad. Esa que a veces es tan complicada de reconocer, que por un lado nos endulza, nos embriaga, nos optimiza; y que, por otro, nos asusta,  nos provoca incertidumbre y, en ocasiones, nos amarga. La eterna dificultad no es tanto encontrar algo sino mantenerlo. Ahí radica el motor que la impulsa. Es extremadamente sencillo ensalzar el sentimiento cuando se comparte una lluvia de sonrisas enmarcadas bajo el inconfudible son de dos copas al brindar, cuando el problema de mayores dimensiones es a qué local nocturno acudir, cuando el consejo más complejo que se nos requiere es si tomar la iniciativa ante la persona que nos gusta o esperar a que esta dé el primer paso...La auténtica amistad es una temeraria travesía por una cuerda floja, en la que numerosos impedimentos nos empujan a caer al vacío del olvido: la separación por la distancia, la falta de entendimiento, el amor, el desamor, la envidia, el dinero, la política...aspectos que se quedan en frágiles e insignificantes caricias que no perturban nuestro paso firme cuando la amistad es verdadera, cuando es hoy y será mañana como al principio era.

Alonsobrao

Alonsobrao<p>

Entre los sueños del ser humano siempre ha estado el de dominar el tiempo y el espacio.  Este sueño está al alcance de muy pocas manos. Entre ellas, las de un chaval de 25 años, que por segundo año consecutivo se proclama campeón del mundo de Fórmula 1. Nadie, a su edad, había logrado tal hazaña, ni siquiera el ya mítico Fittipaldi. Es evidente que esta conquista es fruto de un constante trabajo y de duros entrenamientos. No obstante, el piloto español tiene un don innato: su vertiginosa tranquilidad. Precisión milimétrica a las manos de un volante que dirige una máquina desbocada, capacidad para mantener la mente imperturbable y las ideas nítidas sobrevolando el asfalto a trescientos quilómetros por hora, corazón sereno e inmutable ante la atenta mirada de millones de ojos expectantes, que luchan por no perder la estela del cometa asturiano. Piloto, monoplaza y circuito no son entes distintos. Constituyen un todo, un perfecto engranaje en el que los leves y ágiles movimientos de las pupilas de Alonso dibujan las curvas y no a la inversa, en el que sus pensamientos se adelantan a la velocidad del sonido producido por el motor del coche. El color de su fachada externa experimentará variaciones la próxima temporada, pero el cromatismo de su interior, en forma de banderola de cuadros agitándose, símbolo de la victoria inminente, permanecerá por mucho tiempo.

La auténtica curva de la felicidad

La auténtica curva de la felicidad <p>

No es, efectivamente, la curva dibujada en los hombres tras la ingesta continuada de cerveza en combinación con suculentas tapitas, a la que me refiero en estas líneas. Tampoco me ha impulsado a escribirlas el reciente embarazo de Letizia Ortiz, aunque también podría encontrarse entre los oídos a los que susurro estas palabras. Mi inspiración procede de la mujer en general, como creadora de vida, y de dos compañeras en particular, que han comenzado la bella andadura por los pasillos que conducen a la luz vital. Dos amigas distintas, con perspectivas dispares, a las que  el destino o la mera casualidad, ha unido casi al mismo tiempo en una idéntica aventura. El milagro de portar en su interior un armónico grupo musical, cuyos instrumentos son dos corazones latiendo a la par, uno mayor con tonos más graves, otro de menores dimensiones con matices más agudos, que al fundirse tocan una inconfundible melodía, la canción de la vida. Cada día, durante los próximos nueve meses, deleitarán a su público en el teatro del vientre maternal, hasta que el dúo, en conjunto, deje de entonar. Será entonces cuando un nuevo o nueva solista inicie una carrera en solitario, en la que las partituras en blanco,  se irán completando, paulatinamente, con notas de naciente libertad y acordes de ingente felicidad...

Humildes príncipes, nobles campeones

Humildes príncipes, nobles campeones<p>

El título de Campeones del Mundo, el Premio Príncipe de Asturias del Deporte, elogios por doquier de plumas y autoridades nacionales e internacionales, efusivos y eufóricos abrazos, sonrisas de oreja a oreja, saltos de alegría... Son los galardones materiales unos, inmateriales otros, otorgados estos días a la selección española de baloncesto. Sin duda, merecidos. El objetivo de este breve y sincero aplauso impreso que emprendo con estas líneas no es aportar nada nuevo a lo ya escrito sobre nuestros héroes, sino plasmar mi particular visión del por qué de este triunfo, dejando a un lado tácticas y estrategias, ya perfectamente esbozadas por expertos reales en la materia, y buscando una explicación más humana y próxima. El secreto de este equipo tiene su origen en la unidad, en constituirse en pandilla de amigos antes que en equipo, en bromear antes que competir, en ayudar antes que sobresalir, en observarse a sí mismos como personas y no como estrellas. Esta amistad fraguada en el vestuario tiene su reflejo en la cancha, donde nadie es más que nadie, donde todos, sin excepciones, sudan la camiseta sin tener en cuenta el nombre que portan  en la espalda, el equipo del que proceden o el número de ceros que adorna su cuenta bancaria. Es obvio que no carecen de una gran calidad técnica y una perfecta formación física, pero es esta humildad lo que les hace enormes. Cuando un guiño se transforma en tiro libre, cuando una sonrisa se convierte en dos puntos, cuando un abrazo equivale a un triple... es porque, sencillamente, nos encontramos ante un conjunto de humildes príncipes, de nobles campeones.

Esclavitud en libertad

Esclavitud en libertad  <p>

Tal vez la primera reacción al escuchar la palabra esclavitud aplicada a la sociedad avanzada actual sea la de echarse las manos a la cabeza. Sin embargo, mi percepción de la realidad constata de forma visible la existencia de un tipo de esclavitud contemporánea, distinta a la que llevaban a cabo hace siglos los colonos al conquistar nuevos territorios, pero con tintes semejantes. Me refiero al hombre actual como esclavo de las pautas sociales, esclavo del qué dirán y del que pensarán, esclavo de unos cánones físicos y psicológicos impuestos por una sociedad a través de los medios de comunicación de masas mediante las sutiles y manipuladoras tácticas publicitarias.  Aparentemente gozamos de una libertad sin límites, pero pulsamos el botón de la televisión e iluminados por el haz de luz multicolor que nos hipnotiza de forma inconsciente, introducimos en nuestra mente una forma de vestir, un afán por conseguir una figura corporal de extrema delgadez, unos hábitos alimenticios exentos de materia grasa, la idea, a fin de cuentas, de estar a la moda para conseguir con ello la integración en la comunidad y el respeto de los demás... La fuerza personal de cada uno hace que sea distinto el impacto de estas normas mediáticas, pero de forma paulatina se van introduciendo de un modo cada vez más profundo en nuestros maleables y frágiles intelectos.

La grandeza de los pequeños detalles

La grandeza de los pequeños detalles <p>

Un amargo sabor invade nuestro cotidiano paladar cuando el único pensamiento que alberga nuestra mente durante la totalidad de la jornada es que se acabe el día o cuando nuestra única obsesión es alcanzar la consecución a largo plazo de un determinado objetivo. Cuando sólo creemos que a través de estos logros encontramos la felicidad, el día a día se hace muy cuesta arriba. Por este motivo, desde hace tiempo, intento observar la realidad desde otra perspectiva, aquella que tiene un alcance menor y repara en los pequeños detalles que nos regala la cotidianeidad, placeres de una enorme grandeza que frecuentemente pasan inadvertidos y que, sin embargo, constituyen auténticos momentos de felicidad. El embriagador aroma del café recién horneado en la mañana, la inocente carcajada de un niño jugando en la calle, despertarse antes de la hora prevista y retomar el sueño de forma profunda, la gracia de un mal chiste contado en un buen momento, degustar una cerveza helada en buena compañía tras una maratoniana jornada laboral, la brisa acariciando nuestro rostro al dar un paseo al atardecer bajo la luz proyectada por los últimos y leves estertores del sol, la íntima y creativa representación mental que llevamos a cabo al leer un libro en soledad... Son algunos de esos puntuales e irrepetibles pormenores que engrandecen nuestros avatares vitales. La subjetividad innata hace que cada persona goce en momentos de lo más dispar, pero el trasfondo permanece invariable: mirar más cerca pero más profundo, disfrutar aquí y ahora.

Julipolleces

Julipolleces <p>

Aquellos que me conocen, saben que soy muy dado a los juegos de palabras, a los que he catalogado, para aúnar significado y autor, como "Julipolleces". Aunque es difícil recordar todas las que se me van ocurriendo, intentaré recopilar todas las posibles. Aquí va una primera entrega:

- Toda la eternidad buscando una explicación y en un sólo "miNewton" se descubrió la ley de la gravedad.

- ¿Que horas son estas de llegar? La culpa fue del "tomate", tómate una, tómate otra...

- Braun cierra su fábrica en Catalunya. Claro, la empresa ha "queBraun"

- ¿Qué le dice a Eduardo su novia en el momento de...? Edu...ardo!! ardo!!

- Pensamiento masculino cuando llama encanto a una chica: "Encanto pueda te la meto..."

- ¿Unas cañitas o que? Por supuesto, unas cañas siempre son "bienbebidas".

- "Cacique" nos pedimos otra, que el alcohol no ocupa "brugal".

A casa una vez más, pero con la cabeza alta

A casa una vez más, pero con la cabeza alta <p>


Una vez más, nuestro combinado nacional tiene que hacer las maletas antes de tiempo y tomar rumbo a casa. Una vez más, nos inunda la sensación de tener la victoria en nuestras manos y no ser capaces de hacernos con ella. Una vez más, la abismal ilusión de millones de españoles se ha esfumado en un sólo instante. Una vez más, despertamos del esperado sueño de alcanzar la gloria otorgada por la conquista del título mundial... Sin embargo, a pesar de esta gran decepción, me invade un intenso sentimiento esperanzador. La esperanza que promete un grupo de jugadores jóvenes en proceso de madurez que, por encima de todo, viven el fútbol en su forma más bella: aquella que defiende el toque sutil, el dinamismo, el juego entre líneas, la fuerza inteligentemente controlada...aspectos que nuestros pupilos no abandoraron en ningún momento. El antiestético y anquilosado fútbol desplegado por las escuadras tradicionales, goza de una efectividad indiscutible, como vuelven a demostrar en esta ocasión selecciones como la inglesa, la italiana o el mismo verdugo de España: Francia. Nuestro modo de ver el fútbol no consigue nunca cruzar la meta, pero en esta ocasión, al menos, el corto trayecto recorrido ha dejado imágenes de una enorme belleza grabadas en la retina. El anticipado retorno al hogar vuelve a ser triste y doloroso, pero con la cabeza alta.

Perenne soltería

Perenne soltería

Nos pasamos la vida en busca del utópico amor eterno, aquel que de forma constante vemos reflejado en las producciones cinematográficas, soñando con encontrar aquella pareja que llene la totalidad de nuestras expectativas y comparta con nosotros al unínoso y armónicamente todas y cada una de las facetas vitales. Pero miras a tu alrededor y comprendes que es realmente eso, una auténtica utopía. Tras pasar por diversas etapas en las que estamos absolutamente convencidos de haber encontrado esa ansiada irrealidad, nos encontramos inmersos en infinitos encuentros nocturnos sumergidos en alcohol que proporcionan una intensa pero efímera felicidad, destellos que iluminan el oscuro cielo que representan nuestras solitarias vidas. La atracción física nos empuja a introducirnos en una espiral de sexo desenfrenado envuelto en ficticios sentimientos. La superficialidad en su pura esencia. El vacío se manifiesta al amanecer, cuando notamos que ese momentáneo ascenso al cielo durante la noche anterior fue tan solo un espejismo. Dulce e intenso, pero un espejismo.

Una visión realmente objetiva

Una visión realmente objetiva <p><p>

Hoy, al volver hacia mi casa en el metro, he coincidido con un joven invidente. Mirándome a los ojos ha pedido ayuda para que alguien le avisara cuando llegara a su parada, que casualmente era la misma que la mía. Me he ofrecido y gustosamente le he acompañado. Siempre he sentido una enorme admiración por estas personas, entre otras cosas, por su capacidad para desplazarse por la caótica ciudad a oscuras. Tras la conversación mantenida con él hoy, mi admiración no sólo se ha reafirmado, si no que se ha visto aumentada con creces. Cada una de sus palabras transmitían unas ganas de vivir insólitas, un conocimiento del mundo tan minucioso como el que tenemos aquellos que disfrutamos de la posibilidad de ver. Ciego desde su nacimiento, sus descripciones de la realidad me han dejado absolutamente impresionado. La explicación a tal fenómeno atiende a una extraordinaria devoción por la radio. Al comentarle que yo era periodista, se ha dibujado una sonrisa en su cara, manifestándome que ese siempre ha sido su sueño. A través de una sutil ironía ha respondido a mi absurda pregunta de qué tipo de medio prefería: "hombre pues la televisión me aburre un poco y los periódicos me parecen poco atractivos. Así que me decanto por la radio". Seguro que aunque no haya podido verla, ha intuido la cara de tonto que se me ha quedado. Ha sido entonces cuando ya en su tema predilecto me ha dado una auténtica lección radiofónica digna de un experto en la materia. Conocía hasta el último detalle de la historia de todas las emisoras españolas, hasta el día exacto del comienzo de su emisión, cada uno de los nombres de las miles de emisoras locales que hay en España y hasta el punto del dial en el que se escuchan...no daba crédito a lo que estaba oyendo. No obstante, me quedo con unas palabras que, sin duda, me han hecho reflexionar sobre el punto de vista, nunca mejor dicho, que marca a la sociedad actual: "Creo que tengo una gran ventaja al no poder ver. No me dejo influir por las apariencias, conozco a las personas únicamente en su interior y en función de cómo sea este, hago mi construcción de cómo es por fuera. Una visión imaginaria que sólo tengo yo y qué para mí es real. Mi realidad está en mi mente. Y ahí veo a la perfección, con una claridad sublime".

Tiempos de empleo "brecario"

Extenuantes e interminables jornadas de trabajo, ingentes dosis de presión para la consecución de los objetivos marcados, acatamiento mudo de responsabilidades impropias aderezado con el incentivo de ínfimos salarios, en el mejor de los casos, nulos en el peor. Son algunos de los rasgos que caracterizan la precaria vida laboral de los recién titulados universitarios. Tras un lustro de dura explotación a nuestros progenitores, con nuestros sueños puestos en dedicarnos a aquello que siempre hemos deseado y con sus ruegos para que con ello consigamos la independencia económica, lo que alcanzamos, con suerte, es un excepcional cargo de "brecario". El mismo peón de albañil, sin menospreciar tan importante profesión, al que podríamos denominar el joven en prácticas de la construcción por equipararlo al tema que nos ocupa, comienza su carrera profesional, con un sueldo superior incluso al que aspira a conseguir el "brecario" en su siguiente escalón, aquel que además las empresas hacen cada vez más y más complicado de subir: la contratación. Con suerte, quizá caigamos antes de alcanzar ese peldaño causando una enorme preocupación a la compañía, la de elegir cuál de los miles de escaladores que esperan ansiosos sustituirán al caído en el comienzo de la ascensión. No queda otra que, ante tan triste pero cierta situación, mirar con firmeza al frente, respirar hondo y reanudar la escalada esquivando todos los obstáculos que se interpongan en nuestro camino. Algún día la cima será coronada y entonces enarbolaremos con orgullo nuestra bandera empapada en sudor y lágrimas. Algún día.

Despedida Graduación

Despedida Graduación <p>

Hace 5 años nuestros caminos se cruzaron.
Tal vez fue causa del destino
o quizá mera casualidad,
pero eso no es lo más relevante,
lo importante de verdad
es que fue el comienzo de una gran amistad...

Una amistad desinteresada y sincera,
fraguada a fuego lento,
sin límites ni fronteras,
en la que disfrutamos cada momento
como si el último q viviésemos fuera.

Hoy nuestros caminos toman nuevas direcciones
repartidos entre periódicos, radios y televisiones
pero juntos caminarán ya siempre nuestros corazones
porque sin vosotros, mis alegrías, tristezas y emociones
no tendrían ya ni sentimiento ni razones.

Un magnífico porvenir os auguro
porque aunque aún sea incierto nuestro futuro,
hay algo de lo que sí estoy totalmente seguro:
para personas de semejante grandeza
no existen ni barreras ni muros...

La luz

La luz <p>

Seis mil millones de personas. Jamás habíamos sido tantos. Aunque mal repartido, nunca había existido tanto conocimiento y tecnología al servicio de las personas. Y sin embargo, nadie tiene la menor idea de cómo estará el mundo ni en un año ni la próxima semana. Somos seis mil millones a tientas hacia el futuro.La oscuridad prolongada crea incertidumbre y desasosiego; por eso los humanos siempre hemos ido buscando luces. Unas son interiores y personales: la seguridad en sí mismo, generada por la auto-estima y la suma de nuestro conocimiento y experiencia. Otras luces las vamos a buscar o nos las implantan desde fuera; son las proyectadas desde las ideologías, los líderes y el conocimiento de todos. Así vamos iluminando nuestro momento y construyendo el caminar. Con nuestra pequeña, personal e intransferible linterna y con los potentes y a veces cegadores focos dirigidos por los poderes de turno. Cuanto más temor y menos luz propia, más necesitamos de la ajena. Es inevitable que el destello de los grandes deje un halo en nuestras entrañables penumbras, pero siendo conscientes de que sólo significa la luz ambiental de cada momento de la vida. El preciso y definitivo resplandor lo iremos haciendo a fuerza de encontrarnos a veces en la más absoluta oscuridad. Y es en esa suma de nuestras tinieblas, equivocaciones y frustraciones y aciertos donde radica nuestra mayor fuerza: la luz de nuestra de nuestra propia vida.